lunes, 8 de noviembre de 2010

Finaliza, por fin, la visita del Papa

Finaliza la visita del Papa a España, volando primero a Santiago de Compostela y después aterrizando en Barcelona.


> Laura Parrí Royo. Lunes 8 de Noviembre de 2010.
La jornada transcurrió sin incidentes y unas 250.000 personas acudieron a los alrededores del templo de la Sagrada Familia para ver al Papa. Durante su visita, Benedicto XVI destacó la figura de Antoni Gaudí, arquitecto excepcional y gran devoto de la religión católica. Su arquitectura pudo ser admirada por más de 150 millones de personas en todo el mundo, cifra aproximada del número de personas que siguieron el acontecimiento, entre los cuales se encontraban más de 1.500 periodistas acreditados. 

Pudimos observar también manifestaciones en contra de la visita del pontícfice aunque éstas fueron bastante escasas y tuvieron poca repercusión. Podríamos decir que la visita del Papa ha despertado más bien indiferencia entre la población. Personalmente, el mensaje que el Papa tranmistió durante la celebración de la misa me produce cierta indignación por su postura arcaica y tan repetitiva como siempre. La defensa de la familia entendida como hombre y mujer, unidos por la Santa Madre Iglesia, que conciben hijos cada año de manera natural. Considero que esta manera de ver la vida moderna no tiene cabida en el mundo occidental del Siglo XXI. Modernizarse o morir. 

Pero el objeto principal de mi crítica no es la obsolescencia del Vaticano, el sinsentido de sus mensajes o el elevado y vergonzoso coste de la visita, sino la reflexión de la siguiente imagen: varias monjas, vestidas de negro, limpian apresuradamente el altar de la basílica y se retiran del escenario para refugiarse en la pura anonimidad. Mientras, Benedicto XVI y el resto de cardenales, vestidos de blanco y sentados en sus tronos, observan las monjas des de las alturas. Qué gran papel asigna la Iglesia a la mujer, qué habilidad tan importante la de saber limpiar y permanecer a la sombra de los hombres una vez realizada tan imprescindible tarea. 

Hubiera sido mejor quedarse en el anonimato y evitar tal humillación, como comenta la escritora Emma Riverola en su artículo de hoy en El Periódico - "Las mujeres del Papa".
Las mujeres NO esperábamos al Papa, como deja bien claro la pancarta de una manifestación en Galícia.

Espero que a medida que transcurran los días, el eco de este acontecimiento vaya apagándose lentamente y podamos escuchar en los medios de comunicación otras noticias que no contengan las palabras “familia, negación del aborto o condena del matrimonio homosexual”.


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